18 de marzo de 2016

Crear lectores: la Literatura al servicio del placer

Siempre me ha encantado leer. Desde que era un renacuajo me recuerdo pegada a un libro, una revista, un folleto. Tenía una especial adicción por el papel que todavía no he podido superar. Todas las lecturas que caían en mi mano me apasionaban, a pesar de que a los cinco minutos descubriera que muchas de ellas no valieran la pena, pero yo simpre les daba un voto de confianza. Hasta que llegué a Secundaria. Y me obligaron a leer. Eso de que te fuercen a hacer algo creo que no nos gusta a ninguno, y menos cuando eres adolescente y tienes un punto de rebeldía que espera la mínima oportunidad para hacerse notar. Si por lo menos me hubiesen impuesto lecturas interesantes, las habría devorado sin rechistar, pero ¡ay, de los libros que nos mandaban!. Sin esperarlo, me vi inmersa en una batalla en la que luchaba por seguir manteniendo mi amor incondicional por la literatura. Y la perdí. Me hicieron odiarla hasta tal punto de que tardé años en recuperar mi pasión por ella. Consiguieron algo inaudito. Por fortuna, años más tarde volví a recuperar la ilusión por los mundos imaginarios que me ofrecían las páginas de papel. No corrieron mejor suerte mis compañeros que ya venían con un rechazo de serie hacia todo lo que supusiera tenerlos alejados de la televisión por unos minutos. Me figuro que algunos de ellos incluso habrá desarrollado algún tipo de alergia que les impide acercarse a cualquier librería. Y no me extraña lo más mínimo. Por eso, cuando leí un artículo que afirmaba que los españoles leíamos muchísimo menos que los ingleses ya que a nosotros nos mandaban libros infinitamente más aburridos, no me extrañó lo más mínimo.
 

Me enervo sólo de pensar en la cantidad de potenciales lectores que se han perdido y se siguen perdiendo ahogados en el fango de "los grandes clásicos de la Literatura". Muchos profesores dirán que esto que acabo de decir es una barbaridad. Que estas lecturas son imprescindibles para acercarse a los diferentes periodos que se estudian y que, además, fomentan la cultura. Desde mi humilde opinión, someter a alumnos a la lectura de obras como La Celestina, El Cantar del Mío Cid o Fuente Ovejuna sin tener la necesaria perspectiva histórica para comprenderlas es una tortura que debería estar penada por la ley. En Inglaterra lo saben y los propios profesores, a través de TES, una de las páginas de encuentro de miles de docentes del país, han publicado una lista de los 100 libros que consideran que se deberían leer antes de terminar la Educación Secundaria. En ella, sorprendentemente, no está ninguna obra Shakespeare, pero sí toda la saga de El señor de los Anillos, El Hobbit y Harry Potter. Eso sí que es fomentar el amor a la lectura ¿eh?. Deberíamos, por tanto, plantearnos un objetivo diferente: CREAR LECTORES. Y para ello no necesitamos que deglutan obras que ni los profesores leeríamos en nuestro tiempo libre. De lo que precisamos es de libros que les mantengan enganchados al papel o a la pantalla del ordenador, del móvil o del ereader. Algo que consiga el mismo milagro que la televisión: mantenerlos horas sin pestañear ante algo que les tiene completamente absorbidos. Esa es la esencia de la Literatura y el objetivo por el que se creó. No me imagino a ningún gran autor escribiendo sin cesar sabiendo que va a ser odiado siglos después por creaciaciones porque, entoces, seguro que más de uno hubiera dejado la pluma aparcada y se habría entregado a otro tipo de placeres. Está en nuestras manos cambiar esas desastrosas estadísticas del CIS donde no nos queda más que bajar la cabeza ante la evidencia de que más de dos tercios de la población de nuestro país o no leen o no superan la mínima cantidad de cuatro libros al año. Quizás el plantearnos listas con obras como las que proponen en otros países, donde ya se han dado cuenta del gran error de intentar infundir hábitos de lectura proponiendo tomos soporíferos, sea la solución que muchos adolescentes estén esperando. ¡Convirtamos la lectura en un placer!

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario